viernes, 6 de mayo de 2011

HUMBERTO GARZA -CUADROS PASIONALES


Debimos haber amado 
  cuando empezaba la siembra 
  en aquellos surcos de oro 
  a la orilla de la sierra. 

  Pero seguimos los pájaros 
  y llegamos a una aldea 
  donde los rapsodas tristes 
  contemplaban las estrellas. 

  Allí, tu boca fue dulce 
  y tu mirada fue tierna, 
  y tus bellos ojos claros 
  libres de toda sospecha. 

  ¡Cuán quietos ahí estuvimos! 
  Y nuestras voces… ¡Cuán trémulas! 

  Aún pasaba el aguador 
  por el borde de la acequia, 
  el viento aún sacudía 
  suavemente las caléndulas. 

  Aún subían mis versos 
  por un aceite de almendras 
  y con astrales fulgores 
  le daban brillo a tu trenza. 

  Todavía por la noche 
  con tus manitas de cera 
  sujetabas los atados 
  a los picos de cigüeñas. 

  ¡Y la nube crecía grande! 
  ¡Y tu imagen crecía inmensa! 

  Las gaviotas se convierten 
  en sombra sobre la arena 
  cuando ya nadie las busca, 
  cuando nadie las recuerda. 

  La gracia de los pastores 
  se cautiva ante la hoguera 
  y en las plumas fulgurantes 
  de un gran colibrí se aleja. 

  Mi palabra sube al cielo 
  ondeando cual bandera 
  y tus ojos no la miran, 
  y en el sol ella se quema. 

  ¿Qué sucede con las almas 
  cuando nadie piensa en ellas?

2 comentarios:

  1. Ojala que las almas no necesiten que alguien las piense para poder tener una existencia, pero alguien dijo que siguen latiendo en la tierra mientras alguien mantenga vivo su recuerdo, un placer pasar por tu blog, gracias por invitación
    un abrazo
    saludos

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  2. Gracias, Pedro, por tanta sensibilidad vertida en tu comentario, que refleja tu alma de poeta.
    Un abrazo

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